El líder norcoreano, Kim Jong Un,
ordenó este viernes a sus tropas que estén listas para el combate en la
frontera de la dividida península coreana, donde crecen la tensión tras un
inusual intercambio de tiros de artillería entre ambas Coreas.
Las fuerzas surcoreanas ya
estaban en estado de alerta máxima tras el ultimátum lanzado el jueves por
Pyongyang: Seúl tiene hasta este sábado para cesar su guerra de propaganda en
la frontera o se expondrá a operaciones militares concertadas por parte de
Corea del Norte, explicó AFP.
No es la primera vez que Kim Jong
Un hace uso de la retórica bélica. En 2013, el joven dirigente norcoreano ya
había declarado "el estado de guerra".
Los dos países siguen
técnicamente en guerra desde hace 65 años porque la contienda de la península
de Corea (1950-53) acabó con un simple alto el fuego, que nunca fue formalizado
por un tratado de paz.
La poderosa Comisión Central
Militar (CCM) de Corea del Norte, presidida por Kim Jong Un, avaló el jueves
este ultimátum y proyectos de "ataques de represalias y contraataque a lo
largo de toda la frontera".
Según la agencia oficial
norcoreana KCNA, el número uno del régimen comunista ordenó que las unidades
del Ejército Popular Coreano (EPC) destacadas en la frontera intercoreana
fuertemente militariza estén "en estado de guerra" a partir de las
5:00 pm locales del viernes.
Acto irreflexivo según Surcorea
Los jefes de Estado Mayor de
Corea del Sur instaron al EPC que se abstenga de "todo acto
irreflexivo" y advirtieron que no se quedarán de brazos cruzados en caso
de nueva provocación.
"Ya hemos visto esto en
varias ocasiones, lo cual no quiere decir que no sea peligroso", comentó
Yoo Ho-seo, profesor de estudios norcoreanos en la Universidad Coreana de Seúl.
"Existe una verdadera posibilidad de que esta confrontación conduzca a una
especie de enfrentamiento armado".
Los surcoreanos están
acostumbrados a la retórica belicista de su vecino.
Vestida con uniforme militar, la
presidenta surcoreana Park Geun-Hye habló ante un grupo de altos comandantes
del ejército para decirles que "no tolerará ninguna provocación de Corea
del Norte", según imágenes de la televisión surcoreana.
China, por su parte, también
expresó su "profunda preocupación" por esta situación, e instó a las
partes "a mantener la calma". "China sigue de muy cerca la
situación en la península coreana, y está muy preocupada por lo sucedido
recientemente", declaró el portavoz del Ministerio de Relaciones
Exteriores, Hua Chunying, en un comunicado colgado en la página web del mismo.
Añadiendo, "China defiende
firmemente la paz y la estabilidad regional y se opone a cualquier acción que
pueda provocar un aumento de las tensiones... Estamos dispuestos a trabajar con
ambas partes para garantizar de manera conjunta la paz y la estabilidad en la
península coreana".
El último ataque directo contra
el sur se remonta a diciembre de 2010, cuando Corea del Norte bombardeó la isla
surcoreana de Yeonpyeong, causando la muerte de dos soldados y dos civiles
surcoreanos. Seúl disparó obuses contra posiciones norcoreanas lo que hizo
temer un conflicto generalizado.
Minas antipersona
Corea del Norte acusa a Corea del
Sur de haber provocado el tiroteo del jueves al disparar en dirección de uno de
los altavoces fronterizos. Seúl respondió tirando "decenas" de obuses
de artillería de 155 mm.
La práctica totalidad de los
proyectiles disparados por ambos bandos se estrellaron en su parte respectiva
de la zona desmilitarizada (DMZ), que se extiende dos kilómetros a un lado y
otro de la frontera.
Los tiroteos en la frontera
intercoreana son rarísimos, principalmente según los analistas por el peligro
que supondría una escalada repentina.
La situación ya estaba tensa
desde que a principios de agosto, dos soldados surcoreanos resultaron mutilados
por la explosión de minas antipersona cuando patrullaban en la DMZ.
Seúl acusa al Norte de la
colocación de esas minas y respondió reanudando la guerra de propaganda en la
frontera con la puesta en servicio por primera vez desde hace once años de los
altavoces instalados en el sector.
El ministerio surcoreano de la
Unificación, que se ocupa de los asuntos intercoreanos, anunció que el acceso a
la zona industrial intercoreana de Kaesong, situada en la parte norcoreana de
la frontera, será limitado a ciertos sucoreanos.
Kaesong emplea a unos 53.000
norcoreanos en 120 empresas manufactureras surcoreanas y este anuncio se parece
a una amenaza disimulada de cerrar completamente la zona industrial, preciosa
fuente de divisas para el Norte.
Los guardacostas surcoreanos
explicaron que los pescadores de las islas fronterizas han recibido la orden de
permanecer en tierra por tiempo indefinido.
Estados Unidos, la Unión Europea
y la Organización de Naciones Unidas (ONU) han manifestado su preocupación por
la situación.
La UE pidió el viernes que se
eviten provocaciones. "Estamos preocupados por los crecientes tensiones en
la frontera. Instamos a evitar provocaciones", dijo un portavoz de la jefa
de la diplomacia europea. (Agencias)
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