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lunes, 7 de septiembre de 2015

Leopoldo: una papa caliente


La verdad es que parece un chiste de la vida real este engatusamiento, que les hizo el estudiante Marco Coello al gobierno. Incluso, fue una sorpresa. Este sábado a temprana hora me conecto con Internet, y me encuentro con que en un portal de noticias se habla de la fuga de dicho estudiante hacia Miami por la puerta grande de Venezuela; que sería el aeropuerto de Maiquetía, es decir, en las propias narices del régimen; mientras abajo se leía que el gobierno había librado una orden de captura a la Interpol; como diría un criollo, tarde piaste, pajarito.

Digo sorpresa porque la verdad es que yo nada sabía de este joven, ya que hasta entonces no le había prestado atención a su caso, hasta que una vecina me informa que se trata de un estudiante que tenían preso desde el 12 de febrero de 2014, con motivo de los sucesos que se produjeron frente a la Fiscalía General, y, según denuncia de sus padres, lo mantenían bajo tortura, y justo con la finalidad de que atestiguara contra Leopoldo López; que fue lo que al final el gobierno logró, y lo que implicó que se le concediese una libertad condicional, y, según las malas lenguas, se le concediesen 250 mil dólares, y entonces los agarró, compró un boleto de avión, y voló.
¿Esa es la razón por la que se suspende el juicio contra Leopoldo? Es decir, desapareció el testigo estrella. Eso fue lo que quedó tras la posposición del mismo para el jueves de esta semana, como rueda por las redes sociales; mientras que los cagatintas del régimen habían preparado el terreno en la red mediática oficialista, como para que la opinión pública terminara admitiendo una condena a Leopoldo López, quién sabe de cuantos años; quizás, con la posibilidad de darle casa por cárcel, más adelante, si es que evocamos aquí los acuerdos de Shanon, y lo relacionamos con el caso de Ceballos, y en esto uno diría que el caso de López es especial, ya que se trata de un ensañamiento desde el punto de vista racial, y esto por su condición de godo; que se trata de un prejuicio que está arraigado en el alma del venezolano, y es por esto que yo estoy de acuerdo con Henry Ramos Allup, quien dice que aquí hay que poner las cosas en su lugar, la reacción de José Tomás Boves fue una reacción contra los blancos criollos; como la reacción de Ezequiel Zamora fue contra la raza blanca, que era la clase ilustrada, y, en ese sentido, sus luchas, aun cuando se basaban en la conquista de la tierra, por parte del campesinado, tenían un gran componente racial, y, además, de barbarie, si tomamos en cuenta, precisamente, que el bárbaro lo que persigue es la destrucción de la inteligencia: ¡Muera la inteligencia!, se oyó decir una vez en la historia de España, y prejuicio que lo arrastra desde entonces nuestro inconsciente colectivo; sobre todo, en este momento cuando Hugo Chávez hizo las bases de su proyecto político sobre esta escala de valores del venezolano; esto es, hurgando en los fantasmas de nuestro inconsciente colectivo, y de allí su éxito como líder populista ante un medio más instintivo que racional, y lo que explica, incluso, que en un primer momento la clase media se haya engatusado con dicho proyecto político; sobre todo, porque la encegueció mucho la tara del ajuste de cuentas, frente a una clase política, a la que se le acusaba de codiciosa e iletrada, y así que Chávez venía en plan de sanear el país; aunque al final resultaría muy cobarde, en ese sentido, y como ya lo había demostrado aquel famoso 4 de febrero de 1992; cuando, en lugar de dar la cara, lo que hizo fue atrincherarse en el cuartel de La Planicie, sede entonces del Museo Militar, y que le valió el apodo de Manuel Caballero de “El Héroe del Museo Militar”.
Porque ni siquiera Miranda fue tratado en La Carraca con el atropello, con el cual ha sido tratado Leopoldo López; a quien desde un comienzo se le negó el derecho a ser juzgado en libertad, no existiendo ninguna prueba fehaciente de lo que se le acusa, es decir, de conspirar contra el gobierno, salvo las pruebas fraudulentas, que le habían montado con “el testigo estrella”; con todo el descaro del mundo, y que, a última hora, les ganó en astucia, y es por esta forma tan truculenta de actuar, que uno concluye diciendo que al gobierno le crecen los enanos. Es aquí donde uno habla de tiranía; cuando no hay respeto por la condición humana, ya que con este caso se demuestra que este régimen es capaz de disponer de la vida de un ciudadano como un objeto del poder, en este caso, para mostrar sus garras: atropella, porque si no lo haces estás demostrando que tienes miedo, y que, por tanto, te sientes débil.
Incluso, al final, cuando López llevaba ya muchos días en huelga de hambre, y se hablaba del deterioro de su salud, en el medio venezolano se llegó a interpretar que, dada la reacción del gobierno, éste estaba apostando a la muerte de López, sobre todo, porque esto le hubiera dado la oportunidad de promover un amotinamiento social, incitado por los propios colectivos; lo que daría lugar a proceso de persecución y detención de las figuras políticas más emblemáticas; un escenario que le permitiría al gobierno ir a una posposición de las elecciones “hasta nuevo aviso”, y esto porque, ciertamente, las encuestas no le dan al gobierno posibilidad alguna de imponerse en esa justa; ni siquiera cerrando la brecha entre un polo y otro, con algún boom comercial, como el que llevó a cabo en las elecciones de diciembre de 2012, aunque ya ese es otro tema.
En efecto, de nada valió esa huelga, y como muchas otras cosas que se vienen mencionando, en cuanto a las críticas que se le formulan a Leopoldo, y quien parece errático en lo que se refiere a los cálculos que hace en materia política; el hecho es que nadie quisiera estar en el pellejo de la jueza, que sigue su causa, tomando en cuenta que, a falta del testigo estrella, tiene una papa caliente en sus manos.

                     melendezo.enrique@yahoo.com

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